A lo largo de mi vida, he conocido a Dios como un Ser Supremo, Padre amoroso y Amigo leal. El es todo para mi. Sin embargo, en agosto de este año me desanimé y sentí que faltaba algo. Luché por identificar qué era. Finalmente, me di cuenta de la respuesta: mi vacío se debía a que no estaba transmitiendo a los demás las cosas que estaba aprendiendo acerca de Dios. Pero, ¿cómo podría ser esto? Estaba enseñando en la escuela dominical, cantando, ayunando, orando y haciendo todo para agradar a Dios. Aun así, quería rendirme. ¿Estaba haciendo alguna diferencia? Sin embargo, cuando menos lo esperaba, Dios contestó mi oración.
Mi pastor me invitó a participar en un entrenamiento de narración bíblica que los misioneros de Frontline Missions estaban dirigiendo en mi ciudad natal de Santa Marta, Colombia. El primer día de la conferencia tenía bastante curiosidad. Su método de enseñanza parecía extraño al principio. Como joven líder en mi iglesia, estoy bastante familiarizado con diferentes métodos para enseñar la Palabra de Dios, sin embargo, nunca supe que podría compartirse en forma de historia. Nos enseñaron como si fuéramos aprendices completamente orales, término que se refiere a aquellos que aprenden hablando y escuchando; Pronto me di cuenta de la eficacia de este método. La gente en los tiempos bíblicos compartía la Palabra de Dios oralmente porque las Escrituras no habían sido escritas y pocas personas sabían leer y escribir. Los misioneros nos enseñaron a contar historias bíblicas para que cualquiera pudiera captar la esencia de la historia sin importar su condición social o antecedentes.
Mientras observaba el progreso de la clase, vi cómo los pastores, ministros y otros miembros de la iglesia luchaban por cambiar de un modo de predicación a uno de narración de historias. Se ponían nerviosos, olvidando sus líneas e incluso tartamudeando durante las actividades en clase. Sin duda, fue un concepto nuevo para nosotros; sin embargo, despertó la creatividad en los participantes. Algunas personas compartieron sus historias asignadas con dramas, dibujos e incluso canciones de rap. Tuve un montón de diversión.
Muchas veces, los cristianos pueden encerrar a Jesús entre las cuatro paredes de la iglesia y olvidar la esencia del Evangelio, que es llegar a aquellos que tienen una profunda necesidad de Dios y compartirles las buenas nuevas. Como hombres y mujeres de Dios, a menudo limitamos nuestras enseñanzas a los sermones. La predicación es una herramienta útil; infunde fuerza al pueblo de Dios y les enseña cómo vivir en santidad y buscar su presencia. Sin embargo, si restringimos nuestro caminar cristiano a solo escuchar sermones en la iglesia, ¿cuándo mostraremos al Jesús que ama y tiene compasión por los perdidos? ¿Cuándo mostraremos al Jesús que sana? ¿Cuándo podremos ver y hacer las “cosas mayores”, como prometió Jesús que haríamos?
Doy gracias a Dios por permitirme aprender de Frontline Missions. Desde el entrenamiento he estado compartiendo historias bíblicas con mis estudiantes de la escuela dominical y dondequiera que voy trato de practicar lo que aprendí. Ahora puedo usar estas historias para dar esperanza a los desesperados e invertir en una generación que caminará en libertad y transformará su entorno.